Los fondos tambien tienen atardeceres

| jueves, 5 de marzo de 2009

Un fondo añil, tono imposible de conseguir en las pinturerías, patrimonio exclusivo y fruto del trabajo de 24 hs que le tomaron al sol llegar a donde está, más abajo del horizonte, en sociedad con las nubes y la palmera que se desvive desinteresadamente por embellecer el lugar con sus ralos pero inconfundibles colgajos. Un iluminador sugerió la Luna, por largo alcance y bajo costo, para que actúe de lámpara.
Pero por mucho que hablemos no saldremos de lo que es: un atardecer digno de la costa del mar, visto desde el fondo de una vivienda en alguna manzana de alguna ciudad poco poética.
Esto, nos debería encender una alerta: los mejores paisajes parecen dignos del olvido si nos equivocamos el punto de observación. Un espíritu amargado es como el fondo de la casa: no está reservado a la belleza, y en cambio está poblado de obstáculos que se roban el esplendor del momento.

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