Anochecer en un país extraño II

| viernes, 6 de marzo de 2009



La Luna vela el barco. O quizá tiene ganas de descender sobre él. O los tripulantes sueñan con la lámpara de la noche. Sea como sea, la distancia entre ambos está, al menos, a la vista.




Un segundo buque, y, a su lado, las lanchas de prácticos parecen inutilizables por lo pequeñas. Y, sin embargo, tambien albergan hombres. 




Todos tranquilos; la nave no está en picada ni enloqueció el nivel de las aguas. Sólo inclinando la cabeza el mundo se ve distinto.

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